De prisa y con calma recorre los rincones del viejo estar.
Calmado y sin turba recuesta sus cortas piernas sobre la mesa de sala.
Sorbe su café leyendo libros y aguardando momentos de flaqueza para actuar.
Inesperada la negra acecha su hogar.
Tomando un puñal se acerca al gnomito latente sin guardia, admirando su cala.
Acribillado el ingenuo da pie a la negra para que infunda su reino de real bienestar.
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