lunes, 3 de agosto de 2009

El hilo

Esperé impaciente y desesperanzada mientras hilaba la hilaridad incontenida del inherente extraño.
Me ocupé de asuntos de elevada importancia, ordené mi vida y desenmarañé mis engaños.
No sin antes perderme a mi misma y fungir como aledaña de Hades.
No sin antes nadar por la Estigia y ahogarme en sus aguas y perder todo aliento.
Caminé ufana, fatua y altiva con el tejido entre dientes y la sequía entre párpados.
Supe palpar el etéreo antes distante y entender la quietud del alma.
Ni ingrata la dicha, ni ambicioso el afán.
Inesperado el encuentro del reflejo divino más aún bienvenido y estrepitoso al entrar.
Esperé impaciente y desesperanzada para hilar la hilaridad incontenida del inherente amigo y su innata acompañante.