jueves, 22 de enero de 2009

La Esfinge


Tras la insistencia impertinente me siento frente a vos y te digo lo que siento. Quiero olvidarte y por momentos creo hacerlo, más no logro sino desaparecerte de mi mente por instantes. Sé que no sos mío, sé que algo más nos repara el destino. Sé que me heriste múltiples veces y que a cambio de mis llagas te dí paciencia, amor y perdón. Sé que tu maldad no es adrede y que mi defensa es inútil. Sé que nunca fui más importante, más urgente, más constante. Fui a cambio la variable, la no indispensable, la poco probable de ser objeto de tu defensa. Sé que en elogios y recuerdos estoy muy presente en tu boca. Sé que tus labios tan sólo articulan las gracias que me adornan, más nunca las desdichas que me carcomen. Sé que mi amor por vos algún día fue bien correspondido pero que la reciprocidad tuvo fin. Sé también de la falta de calor en tu tacto, la pasión en tus besos, la lujuria en tus arrebatos.

Pero sé que fui yo la incauta que solicitó tu amor cuando aprisionado en otro pecho se encontraba. Sé que soy la Esfinge de Apolodoro, siendo a la vez el acertijo irresoluto. Sé que te esperé y sigo esperando. Sé que te amé y sigo amando. Sé que no vendrás....que seguiré esperando.

miércoles, 21 de enero de 2009

La Mecedora


La mecedora yace hoy como objeto inanimado. Sus balancines ya no acunan el resplandor de un pasado lejano. Los fonemas emitidos han quedado silenciados por el estrépito veredicto que el doctor ha pronunciado. Ha perdido su jinete, su amiga y compañera. Da la espalda al ventanal, quisiera morir con ella. Aquel árbol de mango testigo de su atisbo quisiera trasplantarse e irse de ese sitio.

La mecedora recluida y sola ahora sufre de frío. El cuerpo que abrazaba se encuentra igual de inmóvil, igual de gélido. Se oyen voces a distancia, llantos, gracias y quejidos, pero no hay quien tome la palabra y ofrezca pésame al bártulo afligido.

De puntillas se ha escapado pues pretende encontrarse con el mismo destino. Ha hecho un hueco, se ha enterrado pero persiste aquel vacío. No hay quien llene el espacio entre sus brazos, no hay quien entienda su horror ante el olvido.

La mecedora hace recuentos de momentos alejados. Se ha reído tres veces y ha llorado cuatro. Se ha acordado del amor, se ha acordado del rechazo, de la vigilia en fiestas juveniles y del temor a eventos prolongados.

La mecedora yace hoy como objeto inanimado. Sus balancines ya no acunan el amor encontrado. Ha quebrado sus paletas que ahora incrustan el encerado. Protestando está ahora quieta como el ángel a su lado.

viernes, 16 de enero de 2009

El Cuadrante

¿Por qué sonreís y te robás de mi boca el monólogo de adiós?
¿Por qué me ves con tanto afán y borrás de mis ojos el rechazo?
¿Por que me besás con dulzura neófita y me embriagás sin oír objeciones?
¿Por qué me tomás colgando armaduras en portales
y anulás mi existencia en cualquier otro espacio?
En el cuadrante que guarda secretos,
que no tiene oídos,
que ciego se vaga
yo pierdo conciencia,
se deshace mi alma.
Existe yo y vos,
existimos los dos,
más sólo en espacios
que actúen aturdidos.
Que el cuadrante nos guarde
y nos mantenga unidos.

jueves, 15 de enero de 2009

Paredón

Mi estómago dá vueltas y mi cabeza parece seguirlo. Dolores y molestias invaden mi cuerpo mientras pienso que no puedo llamarle en un momento tan inoportuno para que verbalize lo que yo ya sé. Todo terminó, él se fué. ¿Qué podría decirme para aclarar más lo que es justamente obvio? Como frente a un paredón espero el fusilar. Mis iluciones parecen leer en su tono algo que murió hace ya bastante tiempo. Pero no logro avanzar, no logro dejar lo que ya me dejó y atada a tan fortuita suerte me dejo arrastrar. Y duele el raspón mientras el avanza veloz, pero duele más la idea de soltarme. No lloro por que el caudal de mis ojos no cuenta con más recursos. No me quejo pues muy dentro reconozco que no es el fin del mundo. No reclamo ya que él no era mío; yo lo robé con sutileza y seducción. Lo enredé en mis encantos y en mi visión apasionada de la vida. Y ahí él estuvo, aparente felicidad. Cuanto lo extraño...Podrá ser costumbre, él era crucial en mi rutina. Podrá ser seguridad, podrá ser...podrá ser....podrá ser amor. Sin importar que sea lo que me sujeta sin dejarme ir, lo extraño.

viernes, 9 de enero de 2009

Solsticio de Verano

Tomó el beso como un regalo, la bienvenida a una nueva realidad. El momento era justo, preciso, exacto. Un sabor mentolado de mora en leche y la inquietud de continuar bebiendo de esa fuente. "Ya llegamos, pero aún hay tiempo". Atrás quedaría el dolor de lo no encontrado, de lo perdido. De aquello que esa noche la atormentó con la esperanza de una prenda olvidada. Ya no seguiría buscando sin propósito, ni esperando mientras se teje un suéter como de gigante ante el verdor implacable de la estúpida esperanza. Su tierna voz le ofrece tregua al batallón y se muestra venir en son de paz. Más aún en presencia de la ancha bandera blanca, la duda de una daga furiosa brilla de entre los ropajes de simplicitud. ¿Solsticio de verano o acaso de invierno? Tan sólo se sale de la incertidumbre cuando se acepta escuchar la respuesta. Un calor húmedo y mentolado de mora en leche le impide esuchar y ella queda con la duda de un verano invernal.

jueves, 8 de enero de 2009

Mi hábito

Ya les habrá ocurrido que es difícil desprenderse de un mal hábito. Bien lo dice el dicho que es mejor lo viejo conocido que lo nuevo por conocer. Yo pensaba tenerlo todo. Pensaba palpar la felicidad con las yemas de mis dedos. Sentir su aliento en mi cuello mientras susurraba planes y sueños. Y un brutal viernes 7 de noviembre se desplomo el plan maestro.
Hay una guerra en mi, una disputa por que camino andar. Se me presenta por primera vez la posibilidad de vivir; no a un paso acelerado sino al vaivén de las olas, al sonido de un tic tac misericordioso que anhela la luz de mi sonrisa. Pero poco conozco del vivir del privilegiado. Mis mejillas frías aún esperan el calor de la mano materna . Mi oidos, la voz de un padre orgulloso. Ni hablar de mi corazón para quien el amor es tan sólo cosa de cuentos. Pero yo estaba bien, todo estaba bien. El estatus quo no afectaba mi ánimo casi lineal. Era en la costumbre que había encontrado seguridad y el verdor futuro. Aún ahora que reconozco el amargo sabor del pasado y la tóxica verdad quisiera embriagarme en ella. No encuentro refugio en medio de este mar de posibilidades arrodilladas ante mí. Mejor lo viejo conocido que lo nuevo por conocer....que sabio aquel que lo pensó y que triste aquellos lo vivimos, atados al hábito que funciona para estimular nuestra vacía realidad.